10/23/2006

Año perdedor.

Como todo buen fanatico de los deportes los domingos uno tiene a sus consentidos, y la sensación de que los equipos que uno sigue son los mejores del mundo en sus diferente especialidades. Pero este año ser hincha de los Delfines de Miami, de Los Pumas y de McLaren -en los tres deportes que sigo con mayor entusiasmo- realmente apesta. Sufro, sufro, sufro.
Lo malo es que hay pocas opciones de un buen dominguito en TV...
Por lo menos no le voy a Santos Laguna, Oakland ó Minardi...


¡Oh Dan Marino! ¡Oh Don Shula! Seguirémos llorando por sus ausencias...

10/22/2006

Lecciones fehacientes de felicidad (2)

ENTRADA CENSURADA / OLVIDADA / MOLESTA / POR EL ARTISTA DE LA SINTESIS
(no importaba en realidad)

Lecciones fehacientes de felicidad (1)

ENTRADA CENSURADA / OLVIDADA / MOLESTA / POR EL ARTISTA DE LA SINTESIS
(no importaba en realidad)

Aterrador pero cierto:

La gente de la Ciudad de México ya casi no se sonrie en las calles.
La gente de la Ciudad de México ya casi no canta canciones de amor cursi en el metrobús.
La gente de la Ciudad de México ya casi no cree en los milagros derivados de ciertos encuentros fortuitos.
La gente de la Ciudad de México ya se acostumbró a casi todo.

Y uno aquí preguntándose ¿Porqué me debería de aterrar a estas horas de la madrugada?

Eso es lo más aterrador.

Escuchado en un elevador.

El otro día estaba en un conocido edificio y mi flojera me hizo subirme al elevador. Adentro estaban dos muchachos de prepa. Uno, muy enterado de las cosas del mundo, platicaba:

"¿Ya viste que el pitcher de los Yankees de Nueva York chocó en su avioneta en un edificio de Nueva York y se hizo mierda?"

"No mames güey."

"Si estuvo cabrón."

"Ni tanto..."

"¿Por?"

"Si hubiera sido el Chelito si hubiera sido una gran chingadera..."

...seguro que ahí no había material para buenos guiones.

Una de otro día.

Es simple. Un día uno camina a dónde sea, buscándo no se qué y de repente se encuentra con que llegó al fin del mundo. Y bueno, uno cortesmente, y con ánimo muy curioso, toca la puerta para poder hablar con el que se ostenta muy pomposamente como el "Portero del fin del mundo".
Primera sorpresa: Es mexicano, chilango.
Mala noticia: No, es el fin del mundo en donde estoy, no. Pero es que "decir el fin del mundo suena más fregón que decir que acabas de llegar a la chingada".
Solo pude exclamar "No, pues sí..."

Consejos para despertar. (1)

Un día despierta uno con una sensación. Da igual cual sea. Lo importante es la sensación, así se hace uno a la idea de que se sigue vivo y no puede ser tan malo. Antes de todo hay que cerrar y abrir los ojos un poco, para comprobar si es que las lagrimas siguen ahí, en caso de ser necesarias. También hay que mover tantito la quijada -o maxilar inferior, dijeran las estomatólogas- para comprobar que se puede reir como Dios manda, que también hay quien jura que se le ha visto reir.
Después hay que armarse de valor, que salir de una cama es un proceso que incluye quitarse algunos prejuicios, pesares y ánimos sibaritas espectáculares, que estamos ante la perpectiva de que algo pueda suceder y hay que dejar que la ruleta de los azares (yo soy amigo cercano del destino, por eso les cuento con tan poco entusiasmo) nos lleve a donde sea.
Lo único malo es que a veces nada de esto sirve en una isla desierta cuando tu única compañía es la melancolía y la nostálgia pegada en la piel por lugares que no hemos olido, ni sabores en los cuales se pueda caminar pronto.
En ese caso solo queda supirar quedito cuando se abren los ojos y suplicar por que Ella -no me digan cursi, siempre hay una Ella o su equivalente placebo y placero- se digne a traer la llúvia a la tierra seca de este pedazo de isla que llamamos vida. Aunque hay que ser honesto, pocos pueden presumir de sus dotes de cazadores de arcoiris , sin que uno sospeche que es una mentira vil, como la de aquel que presumía que le había comprado una casa de interés social en Tecama a un arcoíris que capturó en una tarde de verano, lluviosa como ella sola, en un islote del Mar de Cortés.
Pudiera ser hoy. Todos los días me digo eso y esta islita se siente menos solitaria.