9/06/2006

Excéntricos mexicanos

Por motivos que muchos de ustedes conocen estoy muy apegado, en estos días más que los anteriores, con la obra de Jorge Ibargüengoitia. Por tal motivo comparto algo de su obra con ustedes.

Ya sabrán más prontito.

El Artísta de la Síntesis

Excéntricos mexicanos

Estábamos en una reunión hablando de un libro escrito por Edith Sithwell que se llama Excéntricos ingleses. Es una colección de viñetas referentes a las vidas de numerosos excéntricos, divididas en grandes grupos de visionarios, parranderos, curanderos, avaros, glotones, gastadores, etcétera. Uno de los allí presentes me dijo:

-No sé qué esperas para empezar la recopilación de Excéntricos mexicanos.

Inmediatamente la conversación tomó otro giro. Hay que reconocer que la idea tiene posibilidades. Se mencionaron nombres célebres -o no tan célebres, pero de familias con grandes pretensiones-, acompañados de la descripción de costumbres extrañas: "se pasó once años en un balcón", "no dejaba que la sirvienta sacara la bacinica", "cada vez que yo subía la escalera, que siempre estaba en penumbra, me la encontraba en el descanso, sentada en un taburete, en camisón" y así sucesivamente.

Todo esto, como tema de conversación en un cocktail party, está bien; como libro, bien escrito, podría ser formidable.

No lo voy a escribir yo, porque no tengo tiempo, pero escribo este artículo por si alguien se interesa en la idea, para que se ponga en obra. Agrego algunas reflexiones que he hecho sobre el tema, porque creo que existen varios problemas precipitosos en los que se puede caer con relativa facilidad.

En primer lugar está el problema de saber determinar quién es excéntrico y saberlo distinguir de un loco, por un lado, y por otro, de alguien que es común y corriente, nomás que pintoresco. Por otra parte, ya dentro de la categoría de los excéntricos existe un gran porcentaje de individuos cuyas características, siendo excentricidades, son aburridísimas, y conviene, por consiguiente, relegar al olvido.

El excéntrico es una persona que a nadie se le ocurriría meter en un manicomio, pero que tiene ciertas peculiaridades que lo distinguen claramente del común de la gente. Para ser excéntrico se necesita cierta iniciativa, cierta pasión creadora, pero al mismo tiempo supone una falla o una deficiencia, que lo separa fatalmente, al excéntrico, del artista.

Es excéntrico, por ejemplo, el señor que un día descubre, gracias a algún razonamiento bastante complicado, que la habitación ideal debe ser hexagonal, y construye una casa de acuerdo con este principio, y vive en ella explicándole a los visitantes las virtudes de su figura geométrica predilecta. Un individuo que invente una casa hexagonal, pero no la construya, o que una vez construida no la habite, es un excéntrico manqué.

Otra cualidad indispensable del excéntrico es que el resultado de sus locuras debe ser inofensivo para los demás. El único perjudicado debe ser él mismo.

El único excéntrico que he conocido -y reconocido como tal- era un tío político mío. Uno de los hombres más listos y más industriosos que he conocido.

La profesión más antigua que yo le conocí fue la de administrador de una fundición; cuando se aburrió puso una fundición artística -todo esto en un pueblo en donde no había ni un solo escultor-; cuando cerró la fundición puso una planta avícola en la sala de su casa -en su buró había un nido de palomas mensajeras-; después abrió una fábrica de licores e inventó una crema, muy parecida al chartreuse, que se llamaba "crema Vergine"; después compró un caserón y pasó varios años reformándolo -él solo, sin ayuda de albañil- y cuando terminó la alberca, otro tío mío me dijo:

-¿Tú crees que va a llenarla con agua de la llave? Nada de eso. Va a comprar un tanque de oxígeno y dos de hidrógeno y va a producir su propia agua.

Y aquí hemos llegado a otra característica de los excéntricos, que consiste en una capacidad fuera de lo común para inspirar leyendas. Un excéntrico rodeado de malos observadores o de gente que lo considera normal está perdido.

(27-III-73)