2/09/2007

Carta A Monica Laura Salazar Gomez

Llevo un par de noches soñando otra vez contigo. Y no tengo alguna razón en particular que me justifique este tipo de sueños, al menos en la parte consciente, el subconsciente puede que tenga razones que no comprendo del todo. Así que hablare de lo poco que entiendo de lo que pasa en mi cabeza.

A lo mejor es la culpa de que fue tu cumpleaños y apenas hace poco me acordé de él.

Me gustaría poder decirte en que consisten ó que acciones desempeñas en mis sueños, pero ni eso puedo recordar bien. Solo sé que despierto con tu cara (de hace ya casi diez años de distancia) en mi mente. Tus ojos negros. Y tu voz ronca.

Después de todo tengo muchas de decirte que estoy jugando ese juego maravilloso que más de una vez te prometí que iba a jugar, este de intentar hacer películitas y esperar que a la gente le guste lo que hago. Lo más triste de esto –a pesar de que lo gozo y me hace sentir que mucho tiene sentido- es que no estás aquí. Que jamás has visto un solo fotograma de nada que haya ideado en mi cabeza y filmado al fin. La maravilla del cine es que queda como testimonio del tiempo, y algún día, ojalá que algún día…

En este momento una de mis máximas ambiciones es lograr filmar una película que todo mundo vea, que diga en el cartél “Una película de Ángel Sebastián Cortés” para que entres a un cine cuando la veas anunciada, y sepas que existo y que lo logré, y que hay tanto que te debo. Seguramente al ver lo que salga de mi cabeza dirás “Se la baña…” frase que tanto odiaba y que la nostálgía me obliga a querer esta noche.

Me entristece que si un día de estos llegaras a escuchar el nombre de “Michel Hadad” no tendrías idea de quien se trata, y que no sabes que es el tipo que hace realidad las imágenes que tengo en la cabeza. Es un maravilloso fotografo. O si te digo “Alex Durán” no sepas que es mi hermano, y que hace historias de amor que yo corto y pego, para que en mi estúpida y necia esperanza veas algún día. Y la lista puede seguir y seguir…

Quizá debería de ponerle a todos y cada uno de mis personajes femeninos tu nombre, para que el público los quiera. Tu sabías que te quiero desde tu nombre. Tal vez debería de buscarme puras actrices con ojos negros, pequeñitas y hermosas, para que se parecieran a ti; también hace falta hacerlas fuertes e inteligentes para que hablen y se muevan como tu. Y en el colmo de la perfección ponerle al protagonista que se enamore de ellas un desierto en medio. Un maldito desierto, tan grade como el que el estupido que soy no supo, ni pudo cruzar.

Voy a seguir comprando foquitos con la idea de que tal vez alguno haya tenido que ver contigo y esté una parte de ti.

Después de todo de confesarte que quizá este es tan solo un pretexto tonto, el mandar un mensaje en un botella esperando que al otro lado de este oceano que es la vida, donde quiera que estés puedas leerlo y saber que existes aún aquí.

Tu me enseñaste que los milagros existen. Así que…

Sebastián
Febrero 9 / 07

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